El presente texto corresponde a uno de los tantos artículos que José Carlos Mariátegui escribió de su experiencia vivida en Europa, el texto que vamos a analizar es del año 1925 y que eran publicados en el semanario ilustrado “Mundial”, publicación compuesta por crónicas sociales con aguda crítica política y que fueron el estilo de esta revista limeña de la época, acostumbraba a reunir a colaboraciones de personalidades.
Era una de las revistas más leídas de su época por su visión del presente (a través de reportajes políticos), el pasado (artículos de historia) y el futuro (la llamada “literatura de vanguardia” fue una de sus características). En efecto, el autor de este texto, no es el gran Mariátegui que todos conocemos, un luchador tenaz de las reformas universitarias y luchas obreras (fundador de “Amauta”, 1926-que en su momento portadora de ideales, propuestas de desarrollo del país y de soluciones para los grandes problemas nacionales- y autor de los 7 ensayos de la interpretación de la realidad peruana, 1928) sino, el de un joven y brillante intelectual inconforme de su época, con una pasión por los cambios y ávido de volcar un sinfín de conocimientos. Vuelve de Europa, de un continente que había ya sufrido su primera guerra mundial, es decir, una situación de post-guerra. Un continente que en los siguientes años iba a vivir y tener cambios sustanciales en todo orden. Viajó gracias a una beca y regresó al Perú en 1923.Residió más de dos años en Italia donde contrajo nupcias. Anduvo por Francia, Alemania, Australia y otros países. Eran tiempos del segundo gobierno de Augusto B. Leguía, que se había caracterizado por su política personalista con orientación hacia la dictadura. La “Patria Nueva”, nombre con el cual se bautizó el flamante régimen, que arremetió contra la oposición política civilista y de otros tintes políticos.
El joven José Carlos Mariátegui que se vislumbraba por ser una persona dedicada a pensar y trabajar sobre la realidad peruana. Explica en una carta enviada a Enrique Espinoza (Samuel Glusberg) la afirmación de su pensamiento…“Desde Europa me concerté con algunos peruanos para la acción socialista. Mis artículos de esa época señalan las estaciones de mi orientación socialista. A mi vuelta al Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la Federación de Estudiantes, en la Universidad Popular, artículos, etc., expliqué la situación europea e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional. Conforme al método marxista…”. Durante el gobierno de Leguía hay una bifurcación de pensamientos, se difunde la orientación socialista, especialmente con Mariátegui. En 1924 se forma el APRA, creado por Víctor Raúl Haya de la Torre bajo ideales nacionalistas y antiimperialistas.
La Europa que visitó Mariátegui comenzaba a transformarse. Alemania atravesaba por una inflación galopante, causada por las reparaciones de guerra. La clase media se proletarizó y la República de Weimar sufría el ataque tanto de la derecha como de la izquierda. Ya hacía su aparición Adolf Hitler con un golpe de Estado fallido. El fin de la Primera Guerra supuso el principio del fin del Imperio Británico. En Italia, Benito Mussolini había llevado a cabo la Marcha sobre Roma con las camisas negras de los Fasci di Combattimento (Fascio de Combate), núcleo inicial del fascismo. Rusia consolidaba la revolución bolchevique, sostenida por los soviets de obreros y militares. Lenin era su máximo exponente.
Mariátegui, brinda ahí, una lectura sobre lo que va a suceder en el viejo continente, las pretensiones imperialistas del nazismo y del fascismo que, en poco tiempo, iban a sumergir a Europa y al mundo entero en una conflagración sin precedentes.
Ahora, habiendo hilvanado al autor y su época, intentaré examinarlo, El texto a mi modo de ver, se divide en tres partes: en la primera (“las muchedumbres (...) lucha final”), Mariátegui enuncia que la lucha final puede tener dos opciones al mismo tiempo, una realidad y una ilusión. En la Segunda (el régimen colectivista (…) reemplazar”), subraya que los nuevos regímenes en Europa van a sufrir grandes transformaciones dejando de lado íconos referenciales. El tercer punto, (“sin un mito (…) no pueden vivir”), Mariátegui nos señala que todo hombre siempre estará en busca de un ideal, de un impulso vital, de vivir, es un instinto que todos poseemos, él mismo tiene esa convicción.
La Problemática del texto escrito por Mariátegui gira sobre La lucha final y habría que preguntarse si los hombres tanto del pasado y los actuales siguen en la búsqueda de una ilusión? y ¿En qué medida los grandes cambios históricos de la humanidad han sido basados en mitos e ilusiones? Madeleine Marx, una escritora francesa de la época, reúne en un texto sus impresiones sobre la Rusia bolchevique y que lleva como título Cést la lutte finale. Frase del canto de Eugenio Portier y que adquiere un significado como la Lucha final.
Y cuál es la razón para que Madeleine Marx pregonara que el grito revolucionario que ha escuchado en Moscú fue de una esperanza? por lo visto la revolución rusa ha logrado un cambio sustancial en el pueblo ruso. Mariátegui piensa que se van a suceder revoluciones similares no solo en Europa sino que se podría extender hacia América, para ser más exactos a nuestro país. Dichas revoluciones van a tener protagonistas similares, la muchedumbre, la masa, el pueblo.
La explicación del texto, el primer enunciado sobre lo que Mariátegui nos señala, si las muchedumbres revolucionarias libran verdaderamente su “lucha final”, él mismo piensa que los hombres que están del lado del viejo orden ven que la lucha final es una ilusión, una quimera, un sueño, una utopía. Mientras que para los entusiastas combatientes, como los describe, es una realidad. Pero, él define que el concepto de lucha final tiene dos palabras opuestas, es al mismo tiempo una realidad y una ilusión. El hombre por naturaleza está en busca de progreso, que lucha por encontrar un mejor bienestar, nada es gratuito. Las metas se cumplen pero que se van renovando de acuerdo a la coyuntura histórica, social y económica. Desde su punto de vista, el proletariado revolucionario vive con la idea de su lucha final mientras que la humanidad, vive con el sueño de tener su propia lucha final.
El segundo enunciado, hace referencia sobre la revolución francesa, revolución que trajo consigo cambios radicales, los hombres que lucharon por ello pensaban que era la lucha final y definitiva porque se había logrado derechos comunes para todos: libertad, igualdad y fraternidad. Mariátegui, describe que una nueva revolución asomaba con fuerza y dejaba obsoleta a la francesa, el régimen colectivista reemplazaba al régimen individualista, se estaba refiriendo a la revolución rusa. Pero añade que dentro de la revolución francesa ya se acogían las primeras ideas socialistas.
El tercer punto es muy significativo, sin un mito los hombres no pueden vivir fecundamente. El autor, llega a la afirmación de que el hombre durante su existencia va estar siempre en busca de un mito, no se sentirá realizado sino lo posee. Es su vivencia, es como su alimento diario. También refiere que el hombre que no posee condiciones intelectuales o filosóficas puede responder a la relatividad de su mito, como un cíclope, es decir, a un fanatismo. Sin tener en cuenta un razonamiento adecuado, dejando de lado la visión crítica. Solo piensa en lograr su cometido. Es una referencia al accionar que realiza la masa, la muchedumbre.
Podemos concluir que el tema central es el mito de la lucha final, de una fe, de una esperanza. El mito mueve al hombre a través de la historia. Ahora sabemos que Mariátegui afirmaba que sin un mito y la lucha final, la existencia del hombre no tenía ningún sentido histórico. Que la historia la hacen los hombres poseídos por una creencia superior, por una esperanza sobrehumana.